- ¿De qué te ha servido la fé? - dijo con un tono sabio y condescendiente - ¿Dónde te tiene esta fé?
No queria responderle. Nunca he sabido cómo responder eso.
- Tienes que jugarte el cuello. Tienes que arriesgar el pellejo - concluyó.
No es teólgo ni religioso y mi fé no es santa ni mucho menos. Es más estúpida que nada. Es fé.
Fé que mantiene mi esperanza intacta. El triunfo de la esperanza sobre la experiencia.
21 de mayo de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)